4.5.06

 

El viaje

Bueno, supongo que lo suyo es empezar por el principio. La llegada a Sheffield. Para los que no lo sepáis, pese a lo desconocida que nos resulta (yo no tenía ni idea de dónde estaba), Sheffield es, según donde lo leas, la cuarta o quinta ciudad más grande de Inglaterra (más de 600.000 payos y payas, muchos de ellos ingleses) y está más o menos en el centro.

Como el islote este no es muy grande y Gran Bretaña otra cosa no, pero aeropuertos tiene para dar y regalar, tenía como tropocientas combinaciones aeropuerto-tren para llegar a priori aceptables. Desde volar a Doncaster (que está muy muy cerca) a volar a Londres o Brighton y chuparme más tren. Doncaster fue descartado enseguida por los horarios. Además, ¿Robin Hood Airport? ¿Alguien tiene pelotas de volar a un aeropuerto con nombre de un tio que viste leotardos verdes? Otras opciones eran volar a Manchester, a Birmingham, a Leeds... Por no hablar de que podía jugar también con el aeropuerto de salida (Valencia, Madrid, Barcelona, Alicante), la hora, incluso la fecha... Estaba claro que algún vuelo barato tenía que encontrar, nada podía salir mal.

¿Que estaba claro? Lo de los vuelos baratos es muy bonito si haces las reservas con tiempo y previsión. Pese a que como sabéis, yo soy un tipo ordenado, previsor y calculador donde los haya, inexplicablemente esta vez lo dejé todo para el final. Después de mirar mil compañías, mil buscadores de vuelos, consultar a mil expertos, llamar a agencias... estaba como al principio, sin vuelo. O peor, con un dolor de cabeza y una mala leche bastante importantes. Y entonces hice lo que se suele hacer en estos casos. Joderme y pagar. Pero antes, hice una llamada al CTT (el organismo que gestiona en el Poli el tema de las becas):

  • Oye mira, que soy un becario FPI, que me voy de estancia. Los 600 euros que me dan, ¿cuantos viajes me cubren?
  • Uno, ida y vuelta.
  • Entonces, si me sale más barato el vuelo que ese dinero, ¿que pasa con lo que sobra?
  • Lo tienes que devolver.
  • ¿No puedo venir a España a mitad de la estancia?
  • No.
  • Entonces, ¿para que me vale buscar un vuelo barato?
  • Pues eeesto, mira, resulta que...
  • Ale, hasta lueeeeego.

  • Total, que al final, como paga el ministro, vuelo de Madrid a Manchester, que era donde más me convenía aterrizar. Y no volé en business porque no lo hice con tiempo que si no... Llegado el día D, ahí estaba yo, con mi maleta, mi portátil, mi decisión y mis ganas de comerme el mundo. Nada podía detenerme. En otras palabras, estaba acojonado. Total, no sé porqué. Jefe nuevo, ciudad nueva, idioma nuevo, no conocía a nadie, no tenía alojamiento. Para colmo de males, y no es la primera vez que me pasa, cuando habla el piloto (volaba con British Airways) no entiendo una jodida palabra. Ni una. Creo que en ese momento me vino por primera vez a la cabeza la frase que más veces me habré repetido en la primera semana: ¿Y a mi quién coño me manda venirme a Inglaterra? ¿Quién? Superado el momento de pánico, el vuelo en sí fue bastante bien, con sus fases habituales. Despegue, vuelo en sí y aterrizaje. Incluso aproveché para leer en el avión el libro del que iba a ser mi jefe, y así de paso hacerle un poco la pelota.

    Al llegar a Manchester sólo tenía que pasar el control de pasaporte y seguir las indicaciones hacia la estación de tren (que está en el mismo aeropuerto). Y efectivamente, llegue a la estación sin ningún problema. Tenía mi billete de tren, mi maleta, mi portátil, mi ...erda. El libro del que iba a ser mi jefe, que me había dejado mi jefe de siempre para que me lo firmara y hacerle la pelota, estaba en esos momentos vaya usted a saber donde. La última vez que yo lo vi, en el respaldo del asiento del avión. Ahí mis huevos. Ya me estoy preparando la excusa para cuando vuelva: No, el libro firmado no está, eso sí, mundo debe conocer un huevo.

    Y de Manchester a Sheffield, poco más. Plácido viaje de tren, estudio del planito, intentar pegar la oreja a conversaciones a ver cómo llevaba el inglés... Eso sí, de la estación al alojamiento un suplicio arrastrar los 30 kg, sí, 30 kg! de maleta:

    Maletón

    Ya he hecho deporte para toda la estancia con arrastrar ese bicho.

    Finalmente, sobre las 7 de la tarde, llegaba con vida y tras la finalización exitosa de la misión al hotel. ¿Hotel? Sí, habéis leído bien, hotel. Lo del alojamiento ha sido también una odisea, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...

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